Esta leyenda venezolana
habla sobre un antiguo reloj, creado por artesanos españoles a mediados del
siglo XIX, que fue traÃdo al continente latinoamericano por el presidente
venezolano Antonio Guzmán Blanco, para poder contabilizar la jornada de los
trabajadores de sus tierras, y sobre el que -según los habitantes de esas
tierras- pesa una terrible maldición, que hace que los relojeros que lo reparan
mueran inexplicablemente.
Según una crónica publicada
por el diario venezolano Notitarde, la historia de la Maldición del Reloj de
Güigüe y que coincide con nuestro amigo Daniel navarro del portal el
journal de Dani–nombre del pueblo venezolano donde actualmente reposa- comienza
con su segundo dueño, un terrible dictador que gobernó Venezuela durante 17
años, el general Juan Vicente Gómez, quien también usaba el artefacto para
contabilizar la jornada en sus tierras. Cerca de su muerte, a sabiendas de que
le quedaba poco tiempo y de que sus bienes pasarÃan a otras manos, maldijo el
reloj. Cuentan que cuando el general Gómez falleció, el reloj se detuvo
marcando la hora exacta de su fallecimiento.
Luego de esto, fue llevado
al pueblo de Güigüe, donde fue colgado en una importante plaza, aun cuando no
funcionaba. Pasado un tiempo, un relojero contratado por la municipalidad logró
poner en marcha el dispositivo, el cual marchó perfectamente durante unos dÃas,
antes de volver a detenerse en la hora exacta en que el relojero morÃa
extrañamente.
Ésa serÃa apenas la
primera de muchas historias. Unos años más tarde, en 1940, un relojero italiano
de nombre Salvatore Consoli visitó este pueblo de la provincia venezolana, para
ver si podÃa hacer andar el complicado mecanismo. Consoli lo logró, y fue
contratado por la municipalidad para quedarse como técnico del reloj. Sin
embargo, estalló la Segunda Guerra Mundial, y el italiano, peo, de manera
repentina se empeñó en regresar a su patria. Murió el mismo dÃa en que llegó a
su pueblo natal, vÃctima de un bombardeo, a la misma hora en que el reloj dejó
de funcionar nuevamente.
Otro de los relojeros
infortunados fue Andrés Mijares, quien habÃa sido muy amigo del italiano,
y quien queriendo rendir homenaje a su memoria, decidió poner en práctica los
conocimientos adquiridos en compañÃa de su amigo, logrando que el Reloj de
Güigüie volviera a andar, esta vez sólo por 24 horas, cuando volvió a detenerse
para marcar la hora en que Mijares morÃa inexplicablemente.
Un siglo después, la
maldición sigue viva
La gente no necesitó más
pruebas para convencerse de que sobre el reloj pesaba una maldición, nadie más
se atrevió a tocarlo. Permaneció entonces casi 60 años en su plaza, marcando la
misma hora, hasta que a principios del siglo XX, un relojero de nombre Juan
Lorenzo se ofreció a arreglarlo. Después de un poco de dificultad. Lorenzo
logró colocar en marcha el mecanismo, el cual marcó las horas por unas semanas,
antes de detenerse abruptamente, a la misma hora en que este relojero perdÃa la
vida en una ciudad cercana, sin que los médicos pudieran explicar muy bien qué
le habÃa ocurrido.
La historia que más ha
impactado a los pobladores de Güigüe ocurrió en 2013, cuando –según reportó ese
año Notitarde– un relojero suizo de 47 años, radicado en Venezuela, de nombre
Crónida Piaget, llegó hasta este pueblo de la zona central de Venezuela para
conocer en persona el reloj protagonista de esta leyenda. Dicen que las visitas
se hicieron más continúas, y que algunas noches se le podÃa ver al pie del
reloj, pensativo.
Piaget no creÃa en la
maldición, pero habÃa decidido descubrir qué era lo que hacÃa que hombres con
buena salud murieran a los pocos dÃas después de arreglar el reloj. CreÃa que
en el sistema del reloj.
Al parecer, habÃa
algún componente tóxico que causaba un envenenamiento en quien lo tocaba.
Concluyó entonces que la mejor forma era desarmar el reloj y someter todas sus
piezas a examen. El dÃa en que se dirigÃa a la Municipalidad a pedir el
permiso, recibió una llamada de su Suiza natal, informando que la mamá de sus
hijos estaba muy enferma.
Piaget tuvo que viajar de
inmediato. A su regreso volverÃa a encargarse de la misteriosa maldición del
Reloj de Güigüe, y lo arreglarÃa para siempre.
Pero, como cosa curiosa, nunca volvió. No se sabe
por qué en vez de un vuelo directo a Suiza, decidió hacer una escala de un par
de dÃas en Madrid. Su cuerpo fue encontrado en un hotel español. La hora de
muerte fue estimada aproximadamente a las 3:00 de la tarde, la misma hora que
en Venezuela marcaba el reloj que lo habÃa obsesionado. Se pudo conocer que su
cuerpo reposa en el cementerio de Weggis, en Luzerna, Suiza. Al parecer,
la Maldición del Reloj de Güigüe cruzó el Atlántico para alcanzar a quien habÃa
siquiera pensado en cómo arreglarlo.
Redacción: Lcda. Zuleydy
Márquez / World Stereo