Duendes seres pequeños que pueden llegar a pasmarte del miedo

Diseño Imagen: World Stereo

San Felipe, estado Yaracuy ha sido escenario de diferentes cuentos y leyendas por ser una tierra famosa en mitos y leyendas, dicen que sus ´pueblos han sido escenarios de diferentes presencias entre estos, de duendes, seres pequeñitos hicieron de las suyas durante varios años, pero verdaderamente no se sabe en qué momento comenzaron a aparecer.

 

Relata personas de la ciudad encantada, que en la antigua sede donde funcionó hasta hace unos años la escuela Leonor Bernabó. Muchos niños temían ir a la parte de atrás del recinto estudiantil en las horas del recreo, algunos afirmaban ver a unos pequeños hombrecitos merodeando en un árbol y otros que los veían en los baños.

 

Daniel Navarro Petit  en su cuenta el @ElJournaldeDani, detalla que entre uno de los diferentes cuentos de caminos que para aquella época María, una joven  estudiante de  5to grado en la sede antigua de la escuela, que estaba ubicada en la calle 4 Negro Primero entre avenidas 9 y 10, lugar  donde hoy se ubica la Unidad de Talento Deportiva muy cerca de donde funciona actualmente la Escuela Leonor Bernabó, pudo observar la presencia de los pequeños seres.

 

María tenía pocos amigos y casualmente esa tarde cuando sucedió todo ninguno de sus amiguitos fue a clases por lo que decidió jugar sola, se divertía corriendo y saltando como cualquier niño de 9 años, entre sus juegos llegó a la parte de atrás de la escuela y observó cómo dos pequeños hombrecitos caminaban muy cerca de la pared, curiosa de lo que estaba viendo se les acercó un poco más pero la niña cayó en un trance y comenzó a caminar detrás de los pequeños duendes quienes la dirigían a donde funcionaba el preescolar. Una compañera de María sintió curiosidad de ver a su amiga como caminaba mirando a la nada por lo que decidió caminar detrás de ella sin que se diera cuenta. María llegó a la pared que daba hacia la av 9 muy cerca del preescolar y se quedó parada mirando fijamente hacia la parte alta de la pared, pero ella estaba en un trance total que la hacía actuar extraño.

 

Su compañerita se acercó y la llamó por su nombre, a lo que María reaccionó de aquel trance y asustada le dijo: “eran dos, eran dos, muy pequeños y con sombrero”. Ambas asustadas corrieron a su salón y le contaron a su maestra lo sucedido, la maestra calmó a las niñas y del tema no se volvió hablar, pero María jamás olvidaría a esos dos duendes quienes la sumieron en un trance sin saber que podría haber sucedido.

 

Imagen: Cortesía

Así como el cuento de María en San Felipe, existen muchas historias de espanto relacionadas con las pozas y ríos encantados. Un ejemplo de eso, la aparición de duendes y mujeres vagas encantadas y encantadoras que se les aparecen a los hombres cuando se encuentran cerca de pozas o en el mar.

 

Se dice que los duendes son ángeles que cayeron del cielo cuando aquella famosa guerra del arcángel San Miguel contra el hombre ese (Lucifer); y entonces, aparentemente, fueron expulsados del Reino de los Cielos y ellos cayeron aquí, y en el aire quedaron. Otros dicen que son los rayos y los truenos. Los duendes aparecen en los ríos. Son hombres de pequeña estatura, con barba y visten de colores llamativos. Lo que hacen los duendes es llevarse a cualquiera, lo que les gusta es perder a la gente. En los ríos es donde viven ellos y

generalmente aparecen en lugares frecuentados por la gente, por ejemplo, en las pozas. Cuando una persona se acerca y anda sola, podría ser víctima de un duende. Cuando se llevan a los chiquitos, lo hacen solo para perderlos, ellos le toman cariño a la persona.

 

También los duendes pueden dejar el río y llegar hasta una casa. Cuando llegan a una casa, se encariñan con ese lugar y hacen travesuras. En las casas donde habitan los duendes, pueden aparecer huevos quebrados en las paredes de las casas y trastes rotos. Si los duendes se instalan en una casa, eso tiene remedio.

 

Uno los espanta fácilmente: se consigue una guitarra y la afina, bien afinada. Esta se puede  dejar sobre una mesa al comenzar la noche. Como, al parecer, los duendes son tan traviesos, es probable que alguno llegue y toque las cuerdas. El sonido emitido por las cuerdas bien afinadas les será repulsivo, dado que se acuerdan de la música celestial. De manera inmediata desaparecerán, huyendo del sitio.

 

German Morales en el año 2012, describe que un compañero de la escuela tenía ese problema allá por el barrio San Cayetano, específicamente en la plaza González Víquez. A ellos le llegaban los duendes en la noche y por la mañana había tazas quebradas y huevos estrellados en las paredes. El papá del muchacho afinó su guitarra, la que dejó sobre la mesa, y después de que escucharon sonar las cuerdas afinadas de la guitarra, todo se quedó en silencio: los duendes desaparecieron.

 

Yo vi un duende una vez. Seguro era que yo era muy feo, entonces él se asustó y salió corriendo. Eso me ocurrió cerca del río María Aguilar, en San José. El duende era un hombrecito de 75cm de altura y tenía una barba blanquita. Vestía un pantaloncito azul y camiseta roja y estaba debajo de la sombra de un palo de sauce. Pero ya no era sombra, ya eran las 6 de la tarde. El duende me llamaba con las manos; yo estaba a la orilla de un muro de retención en una propiedad. Veía al señor ese, y seguro como yo en ese entonces era muy chiquito e inocente, era un güila monaguillo de la Iglesia de San Cayetano, entonces yo salí corriendo y le conté a mi tía.

 

Redacción: Lcda. Zuleydy Márquez / World Stereo

 

 

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