Era la noche de nuestro aniversario número 14. HabÃamos reservado en el restaurante más lujoso que podÃa pagar. Salimos en el carro, mi esposa y yo, dejando solos a nuestros hijos de 10 y 8 años solos en casa, ellos eran bastante responsables a pesar de su corta edad.
Cortamos camino por una carretera con muchas curvas pero poco transitada, pues Ãbamos un tanto retrasados para la reservación. Yo me sentÃa el hombre más feliz del mundo al tener una esposa tan bella y dos hermosos hijos que eran mi razón de ser.
Yo manejaba y mi esposa reÃa recordando los tiempos de cuando nos conocimos. La miré por un segundo, bobo por tanta belleza, cuando de la curva que estaba enfrente dobló de la nada un auto con un solo pasajero. No me dió tiempo frenar y nuestros vehÃculos chocaron en un abrir y cerrar de ojos. Mi esposa salió por el parabrisas y murió instantáneamente al igual que el chofer del otro auto.
Cuando recuperé la conciencia estaba en el hospital: mi cuerpo tenÃa varias heridas. En una esquina de mi cuarto habÃa sentado un señor desconocido y sus ojos eran raros, completamente negros.
— ¿Quien eres?— pregunté.
— Soy un demonio — me respondió.
— ¿Y que quieres de mi?— pregunté sorprendido.
— Vengo a hacer un trato contigo. Te noto desesperado por la pérdida de tu esposa y quiero que lo pienses bien pues si aceptas no habrá vuelta atrás.
—¿ Cual trato?
— Yo puedo hacer retroceder el tiempo para que puedas evitar ese accidente y asà recuperar a tu amada esposa y salvar a ese inocente hombre que murió también.
— ¿En serio puedes hacer eso?
— Si, pero te repito no hay vuelta atrás si aceptas.
— ¿ Y que obtendrás a cambio tu? — pregunté extrañado.
— Solo me llevaré otras dos almas.
No lo pensé dos veces y acepté sin importarme quienes serÃan las otras personas que morirÃan, solo pensaba en recuperar a mi esposa.
El demonio chasqueó los dedos y yo estaba en el auto antes del accidente. Mi esposa reÃa feliz por los viejos tiempos. Cuando voy entrando a la curva veo las luces del otro carro y frené. Evite el accidente: mi esposa estaba viva y conmigo. Incrédulo la miré, ella asustada pero sonriente como siempre, entonces decidimos volver a la casa con nuestros hijos.
En el camino de regreso escuchamos por la radio que habÃa escapado un pedófilo asesino de prision y aceleramos por protección a nuestros niños que estaban solos.
Cuando estábamos a dos casas de la nuestra vemos salir de ella un auto que nos pasa por al lado: era el mismo hombre del accidente. Al llegar la puerta estaba abierta, entré corriendo y cuando llegue al cuarto de mis hijos caà de rodillas. Mis dos niños estaban muertos. Sus cuerpecitos desnudos y muy golpeados. Esas fueron las dos almas que se llevó el demonio y, por ende, el peor trato que he hecho.
Redacción: Lcda. Zuleydy Márquez / World Stereo